El trasfondo francés de la agenda europea de Macron

La visión del presidente francés para Europa, a menudo aclamada como ambiciosa y progresista, está aparentemente en desacuerdo con sus políticas internas neoliberales convencionales. Sin embargo, detrás de esta discrepancia se esconde una estrategia coherente que es clave para su reelección.

En su discurso en el Parlamento Europeo el 19 de enero, Emmanuel Macron esbozó su visión de la Unión Europea basada en "tres promesas" de "democracia", "prosperidad" y "paz". Detrás de estas palabras rebuscadas se esconden los objetivos de una Europa más soberana frente a los nuevos retos geopolíticos, un nuevo modelo de crecimiento que aborde el cambio climático y las crecientes desigualdades, y la defensa del Estado de Derecho.

De cara a la reelección en abril, Macron pretende utilizar la Presidencia francesa de la Unión Europea (FPEU) como herramienta política tanto a nivel nacional como europeo. Para ello, juega con sus puntos fuertes: ha sido coherente en sus políticas europeas desde su campaña presidencial de 2017, en la que pidió una mayor integración y reformas. Examinando su trayectoria europea y los objetivos de la FPEU y debatiendo su posición política en el contexto francés, veremos cómo la esfera de la política europea se enreda con la política nacional.

Tras una campaña victoriosa en 2017 en la que se presentó como un progresista europeo, Macron expuso su visión del futuro de la Unión Europea en un discurso en la Sorbona en septiembre del mismo año, esbozando los mismos temas: defensa, ecología, digitalización y reformas sociales dentro de una UE más soberana.

He aquí algunos ejemplos de lo que él llama "grandes progresos":

  • La creación de un Fondo Europeo de Defensa con una inversión de 8.000 millones de euros para los años 2021-2027 sólo representa el 0,5% del presupuesto de defensa combinado de los Estados miembros.
  • Los objetivos de neutralidad de carbono para 2050 son ambiciosos pero no vinculantes. El papel que juegan los gastos medioambientales en la UE 2021-2027 ha sido inflado artificialmente según un informe del Tribunal de Cuentas Europeo en 2020.
  • La modificación en 2018 de la muy cuestionada Directiva de Trabajadores Desplazados de 1996 sólo amplió la adhesión a las normas mínimas del Estado de acogida a las bonificaciones (las cotizaciones sociales, que constituyen el grueso del dumping social, siguen estando excluidas) y redujo el límite de tiempo de desplazamiento de 2 años a 1 -el tiempo medio era de sólo 4 meses-.

Surge un patrón en el que mucha palabrería da escasos resultados, algo que sigue siendo habitual en la política europea, donde se anuncian objetivos de negociación que luego se comprometen entre los socios. Sin embargo, Macron se complace a menudo en presentarse como un gran reformista, una visión reforzada por el establishment europeo que vio su elección en 2017 como una refutación bienvenida de la ola "nacionalista" y "populista"[1].

Para la FPEU, Macron tiene la intención de avanzar en áreas específicas: la implementación del Mecanismo de Ajuste de las Fronteras de Carbono y la lucha contra la "deforestación importada"; una legislación de salario mínimo europeo para impulsar los bajos salarios de los estados miembros más pobres; un derecho de iniciativa para el Parlamento Europeo; y el refuerzo de la Guardia Europea de Fronteras y Costas para frenar la inmigración ilegal. Macron sigue proponiendo objetivos progresistas al tiempo que se muestra fuerte en materia de inmigración para complacer a los Estados miembros de derechas. Pero, como hemos visto, su capacidad para cumplirlos dependerá de la buena voluntad de los demás Estados miembros.

Esta imagen pública europea de reformista (progresista) proviene en parte de su auténtica estrategia europea y también de una necesidad política de aparecer como el único líder de la facción eurófila en la política francesa, donde el euroescepticismo siempre ha sido fuerte.

Macron ha declarado en varias ocasiones que, para ser progresista en Europa, Francia debía ser tomada en serio por sus socios (es decir, Alemania y los cuatro frugales Austria, Dinamarca, Países Bajos y Suecia) y, por tanto, emprender reformas estructurales para respetar sus obligaciones presupuestarias[2]. Estas reformas internas, que alteran el mercado laboral y recortan los impuestos de los más ricos, se consideran una herramienta para restablecer a Francia como socio viable.

A pesar de la discrepancia entre su persona pública y sus políticas, Macron mantiene un firme control sobre su electorado de 2017: dos tercios de sus votantes de 2017 le volverán a votar en 2022, junto con una cuarta parte de los que votaron al candidato de la derecha conservadora en 2017. Con la deriva hacia la derecha del panorama político -los tres principales contrincantes de Macron (Pécresse, Le Pen y Zemmour) están a su derecha-, su imagen pública centrista se mantiene incólume. En la izquierda, numerosos candidatos se disputan apenas un 25% del electorado.

Para cerrar esta brecha, Macron tiene otra baza: su programa europeo, en el que es, con mucho, el más coherente y acreditado como tal por los votantes. El euroescepticismo siempre ha sido importante en Francia, desde la estrecha aprobación por referéndum (50,8%) del Tratado de Maastricht en 1992 hasta el claro rechazo (por el 54,7%) del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa en 2005.

La erosión de los antiguos partidos gobernantes de izquierda y derecha (el Parti Socialiste y Les Républicains), permitió a Macron fusionar sus facciones eurófilas de centro-izquierda y centro-derecha y utiliza los temas europeos para unificar su bloque de electores. Esto ha hecho más visible una división (sólo realmente saliente durante las campañas del referéndum europeo) entre un centro político mayoritario que promueve la integración europea y dos marcas divergentes de euroescepticismo: en la izquierda se denuncia el marco liberal de los tratados mientras que en la derecha la pérdida material y simbólica de soberanía, especialmente en la regulación de la inmigración.

La fusión de las diferentes críticas a la UE en una posición política coherente es una narrativa de los medios de comunicación dominantes sobre el fin de la clásica división izquierda-derecha que supuestamente se sustituye por una oposición entre los que están a favor de Europa y los escépticos. En una forma típica de ideología dominante,[3] lo que aparece como una oposición es en realidad una jerarquía entre los "europtimistas", "que abrazan el cambio", y los "euroescépticos", descartados como "nacionalistas" y "de retaguardia". Esto hace que el Rassemblement National sea la principal oposición a Macron. Dado que las posturas críticas con la UE son a veces difíciles de distinguir -la oposición a los trabajadores desplazados puede ser tanto por motivos sociales como xenófobos-, algunos en la izquierda y la derecha han propuesto una unión de euroescépticos (acuñada como "le souverainisme des deux rives", en castellano, “el soberanismo de dos orillas”).

Gracias al PFEU, Macron puede aumentar la relevancia de las cuestiones europeas en su beneficio, ya que otros candidatos "europtimistas", como los Verdes o el PS, están varados en el 5% en las encuestas nacionales. Al tener prácticamente el monopolio de la integración europea, puede explotar las trampas inherentes a una posición eurocrítica y jugar su mano favorita: ya no hay izquierda y derecha, sólo personas a favor de Europa, que abrazan la razón y la modernidad, y sus oponentes rechazantes de retaguardia.

Referencias

[1] En la portada del 17-23 de junio de 2017 de The Economist se le apoda "el salvador de Europa".

[2] En una entrevista en Le Grand Continent del 16 de noviembre de 2020, Macron afirma:
"estamos en un punto de ruptura […] del capitalismo contemporáneo […] que se ha financiarizado cada vez más, que se ha concentrado en exceso y que ya no permite gestionar las desigualdades en nuestras sociedades y a nivel internacional. Y sólo podemos responder a estas cuestiones revisándolo. En primer lugar, no podemos hacerlo en un solo país; a este respecto, he lanzado una política en este sentido de la que asumo la responsabilidad. Al igual que el socialismo no ha funcionado en un solo país, la lucha contra este modo de capitalismo es ineficaz en un solo país".

[3] Pierre Bourdieu y, Luc Boltanski, "La production de l’idéologie dominante", Actes de la Recherche en Sciences Sociales, 1976..

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