Las declaraciones públicas, la política concreta en las ciudades gobernadas por el Frente Nacional y su programa populista neoliberal cuestionan claramente los pilares del estado francés, es decir, Igualdad, Libertad y Fraternidad.
Si se convierten el partido de Sarkozy o el Frente Nacional en el partido más fuerte en la mayoría de las 13 regiones o en todas ellas, esta amenaza se convierte en una realidad. Esta catástrofe tendría unos efectos dramáticos sobre la población y la dinámica política en Francia.
El Frente Nacional pudo ganar votos en todos los sectores electorales, especialmente entre los jóvenes, los trabajadores y trabajadoras y en la clase media, que tradicionalmente ha votado a los conservadores.
Esta es la expresión de una desconfianza masiva y ahora también estructural frente a la democracia que funciona cada vez peor, así como de la rabia por las promesas incumplidas y por los compromisos que se olvidan siempre después de las elecciones. En contra de la opinión pública, los gobiernos de los últimos 10 años han impuesto una política de recortes con medios, cada vez más duros y autoritarios. Con ello han contribuido al rechazo de las instituciones estatales por parte de la población. Esa tendencia no tiene marcha atrás.
En los últimos meses han contribuido los comportamientos erróneos del partido de Sarkozy y de los demás partidos populares, incluido el Partido Socialista gubernamental, a que el Frente Nacional se convirtiese en el centro de la actualidad política y a que ganase cada vez más importancia.
El objetivo principal de los demás partidos ha sido bloquear, o bien, debilitar al FN y mantenerse ellos mismos fuertes en las regiones. De esa manera pensaban ganarse a los electores tácticos que querían evitar que el FN ganase más espacio en las instituciones estatales.
Pero los partidos dejaron de lado el desarrollo de los proyectos propios y de sus alternativas políticas.
También el hecho de que los partidos se concentrasen en el Frente Nacional – que se presenta como “partido antisistema” – ha contribuido a reforzar a ese partido.
Ante el fondo de estas perspectivas catastróficas, el Partido Socialista (PS) ha anunciado hace unas semanas, que quería unir las candidaturas del Partido Socialistas con las del Partido Republicano de Sarkozy para la segunda vuelta (algo que ha rechazado Sarkozy). En Aras de la situación generada en la primera vuelta, el Partido Socialista ha decidido, retirar sus propias candidaturas para la segunda vuelta. El objetivo de esta decisión es que los votos no se dividan entre muchas listas para que voten a la primera lista, es decir, al Partido Republicano, con el fin de bloquear al Frente Nacional.
Pero esto haría que se convierta uno de los dos partidos, el Partido Republicano de Sarkozy o el Frente Nacional, en el partido más fuerte en las regiones. Una oposición de izquierdas sería imposible, ya que los partidos que han recibido en la primera vuelta menos del 10%, no pueden presentarse en la segunda vuelta. Los partidos de la coalición Front de Gauche sólo han logrado en una región más del 10% de los votos. Sólo si el Partido Socialista, los Verdes y el Front de Gauche unen sus votos, puede superar la izquierda francesa a la derecha. Así que la noche de la segunda vuelta se convertirá en una prueba de resistencia.
Es verdad que los partidos del Front de Gauche, los Verdes y los demás partidos de la izquierda – que siguieron otro camino – protestaron contra la política de recortes y defendieron una sociedad solidaria y un progreso social, pero los resultados no son suficientes para implementar esta política y no forman una alternativa real para rellenar el vacío que ha dejado el Partido Socialista debilitado. Pero sí suponen un punto de partida para las luchas que se van a librar en el futuro. El reto actual es el desarrollo de conceptos políticos para una izquierda solidaria.
Traducción: José Luis Martínez Redondo