Aunque la mayoría de los comentarios se centren en las elecciones brasileñas como tema nacional, también han de entenderse en el contexto de los acontecimientos latinoamericanos y mundiales, siendo que Brasil desempeña un importante papel a escala macrorregional y global. Por ello las elecciones brasileñas han sido seguidas por muchos países. Tras la elección de gobiernos de izquierda en la mayoría de los países latinoamericanos en los últimos años, el ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ganó la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 30 de octubre de este 2022 con un 50,9% de apoyo en sus votos, venciendo a su rival, al presidente de la extrema derecha Jair Bolsonaro, quien obtuvo el 49,1%. La segunda vuelta eletoral fue «sólo una extensión» de lo que hemos hecho hasta ahora, como lo mencionó Lula. Sin embargo, la victoria no era segura, pudiendo sucitarse una serie de manipulaciones o violencia si Bolsonaro la hubiese utilizado para revertir las actuales tendencias.
Las elecciones presidenciales han sido un intenso acontecimiento vivido por cientos de millones de personas en Brasil en los últimos meses. No en vano, Brasil es el mayor país de América Latina, con más de 210 millones de ciudadanos y 156 millones de votantes. Sobre todo, porque las elecciones en los países latinoamericanos suelen tener mayor relevancia emocional que las europeas. La razón fundamental es que las elecciones brasileñas de este año fueron políticamente muy polarizadas. El enfrentamiento ideológico entre el que fuera el presidente de extrema derecha, Jair Bolsonaro, y el socialmente orientado Luiz Inácio Lula da Sylva, quien fungiera como presidente entre 2003 y 2011, fue muy percibido por los ciudadanos. La razón externa fue que la victoria de Lula fortalece significativamente la nueva marea de izquierda en América Latina, así como la posición de poder de los países en desarrollo en el mundo.
Aunque, por razones obvias, las elecciones presidenciales son las más vigiladas en Brasil por ser las de mayor repercusión en el futuro del gobierno; las actuales elecciones no se limitaron sólo a elegir al presidente. Junto con la presidencia, también se elige al vicepresidente, a los diputados y senadores de las Cámaras baja y alta del Congreso Federal, así como a los gobernadores y diputados de los distintos estados brasileños. Por ello, la elección del presidente determina las principales tendencias políticas para los años a seguir.
El impacto latinoamericano y mundial de las elecciones brasileñas
Dado que Brasil es un enorme país bastamente poblado y de gran economía, las elecciones brasileñas tienen una gran importancia más allá de las fronteras del país. Por supuesto, Brasil desempeña un importante papel en América Latina por representar un tercio de su población. La victoria de Lula en las elecciones presidenciales requieren verse en el contexto de la segunda marea rosa (onda rosa en portugués brasileño) gradualmente desarrollada en los países latinoamericanos desde 2018. Desde el principio Lula ha sido uno de los principales líderes de la primera marea rosa iniciada con la elección de Hugo Chávez en Venezuela a fines de los 90s, durando simbólicamente hasta el golpe constitucional del Brasil en 2016. El fortalecimiento de la nueva marea rosa también vendrá influyendo al desarrollo de las instituciones económicas regionales latinoamericanas, como el Mercosur o el ALBA.
Brasil también es influyente a escala mundial, desempeñando un relevante papel en la agrupación BRICS de los principales países en desarrollo (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y en otras instituciones internacionales. Dado que los países en desarrollo son sensibles a las fluctuaciones económicas mundiales, el BRICS también influye en la dinámica de las respuestas de los países en desarrollo y en el actual conflicto militar en Ucrania en cuanto a las sanciones antirrusas de los Estados Unidos y de los países de la UE.
Los representantes de la izquierda latinoamericana tienen ante sí un marco aún más amplio para la cooperación entre los países del Sur global. Con motivo de la reunión de la ONU de este mes de septiembre, se reunieron los líderes del G-77 más China, una agrupación de los que originalmente eran 77 países en desarrollo y que ahora cuenta con 134 países en desarrollo, sumando dos tercios de los países de la ONU. Los líderes del G-77 más China eligieron a Cuba para dirigirlos a partir del 2023, reforzando la influencia de América Latina en el mundo. Así, la nueva marea rosa en América Latina, junto con casi todos los países en desarrollo tendrán la oportunidad de alzar su voz de política multilateral antihegemónica y mostrar sus alternativas sociales ante la creciente recesión y crisis de los países occidentales. Este es el gran desafío dentro del cual ha de entenderse la reelección de Lula como Presidente del Brasil.
El poblemático legado de Bolsonaro y el regreso de Lula
El gobierno de Bolsonaro durante la pandemia hizo que muchas personas cayeran en la pobreza. Unos 33 millones de brasileños se enfrentan a la situación de pobreza. El abanico de los grupos atacados por Bolsonaro durante su presidencia en los últimos años se incrementó En primer lugar, en los últimos años Bolsonaro fomentó proyectos de carácter antisocial perjudicado a la mayoría de los ciudadanos de bajos ingresos y también a la clase media. En segundo lugar, en su administración se han incrementado eventos de naturaleza violenta, por ejemplo: en las brutales redadas en las favelas, la discriminación racial y étnica contra los afrobrasileños y los pueblos indígenas, así como en la agresión contra las mujeres. En tercer lugar, las maneras de Bolsonaro fueron también deshumanizantes por dañar la cultura política al desclasificar a los pobres, a las mujeres y a los diferentes grupos étnicos, entre otros proyectos descriminatorios. En cuarto lugar, Bolsonaro no evitó el daño ambiental permitiendo la creciente devastación de la Amazonía por parte de las empresas mineras. En quinto lugar, muchos de estos excesos también han empezado a molestar a las empresas y a perjudicar el desarrollo de la economía brasileña.
Aún así, Bolsonaro logró reunir más apoyo público del esperado en la pasada campaña electoral. Por supuesto, se ha ganado el apoyo de su Partido Liberal y de los distintos gobernadores de derechas de los diferentes estados brasileños. Al tiempo que reforzó su posición presidencial desviando recursos de la administración del Estado para su campaña. Bolsonaro también amenazó con un golpe de Estado, diciendo antes de la primera vuelta de las elecciones que esperaba que sus partidarios estuvieran dispuestos a sacrificar sus vidas. Esto se ha interpretado como el llamamiento a una violenta toma del poder, una versión más exitosa a la ocupación de las oficinas gubernamentales ocurrida en la ocupación del Congreso de los EE.UU. el 6 de enero de 2021, lo que implica no sólo una posible ocupación de la ciudadanía a las instituciones gubernamentales por parte de los partidarios de Bolsonaro, sino también una potencial acción por parte de un sector de los militares con quienes Bolsonaro tiene apoyo. Sin embargo, sólo cuenta con el apoyo de una parte del ejército y la situación aún no está preparada para un escenario así. Por ello es poco probable que se produjere un golpe militar; al menos por el momento.
Para Lula, el éxito en las elecciones ha sido una gran satisfacción, ya que la última vez tuvo que enfrentarse a una grave injusticia al no poder participar en las últimas elecciones cuando el gobierno de derechas le fabricó una demanda financiera para asfixiarle. En 2018, habría sido condenado a 12 años de prisión, pero fue liberado tras 19 meses al haberle sido anulada la sentencia por parte del tribunal. A continuación, se organizó para volver por completo a la corriente política.
En la primera vuelta de las elecciones presidenciales efectuadas el domingo 2 de octubre, Lula, del Partido de los Trabajadores, obtuvo el 48% de los votos; mientras que Bolsonaro consiguió el 43%. De los otros nueve candidatos, sólo otros dos superaron el 1%: Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) recibió el 4,16%, y Ciro Gomes, vicepresidente del Partido Democrático Trabalhista (PDT), con más del 3%.
Se esperaba que Lula ganara en la primera vuelta. Según los sondeos de opinión, durante el creciente dramatismo e intensidad emocional de la campaña, su apoyo estuvo durante mucho tiempo justo por debajo del 50%. Detrás de Lula había una amplia coalición de partidos políticos de centro-izquierda decidida a contrarrestar la reelección de Bolsonaro.
Tanto Simone como Ciro expresaron su apoyo a Lula en la segunda vuelta. Un grupo de políticos ex candidatos presidenciales o ex presidentes también apoyaron a Lula, como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso. Lula también ha recibido el apoyo de otras personalidades y partidos políticos, de partidos de izquierda, además de su propio partido PT, principalmente del Partido del Socialismo y la Libertad (PSOL = Partido Socialismo e Liberdade) y del Partido Comunista de Brasil (PCdoB = Partido Comunista do Brasil).
Revitalizar la política social de Lula en el Brasil e inspirar en el exterior
La segunda ronda de elecciones tuvo lugar este último domingo 30 de octubre. La victoria de Lula era probable; aunque no segura, por supuesto. En las actuales elecciones y en muchos encuentros con los ciudadanos, las carismáticas apariciones de Lula fueron muy impactantes para la sociedad. Sin embargo, la división político-geográfica de Brasil se mantiene. Mientras que el noreste más pobre votó mayoritariamente por Lula, en general, el suroeste más rico votó por Bolsonaro.
Los programas sociales de Lula han ayudado a muchos pobres y a la clase media. Por ejemplo, los programas «Bolsa familia» y «Minha casa, minha vida» han sido los más exitosos. En su momento de mayor expansión, el programa «Bolsa familia» llegó a beneficiar a 55 millones de brasileños de un total de más de 200 millones de ciudadanos. Además, el programa «Hambre Cero» eliminó la desnutrición en casi todos los niños.
Durante el mandato de Lula, Brasil logró un crecimiento medio anual del Producto Interno Bruto (PIB) del 4,1 por ciento. También consiguió reducir el desocupación del 10 al 5 por ciento. Triplicó el presupuesto de la educación y decidió crear nuevas universidades públicas. La nacional industria petrolera pagó muchos gastos del gobierno. Al mismo tiempo garantizó un mayor nivel de protección medioambiental, especialmente de la selva amazónica. Brasil adquirió una mayor influencia global en la política internacional, convirtiéndose en un ejemplo que merece la pena seguir en muchos países del mundo en experimentos sociales como los presupuestos participativos y los Foros Sociales Mundiales, los cuales adquirieron mayor protagonismo bajo el mandato de Lula.
Ahora Lula quiere seguir con su anterior enfoque haciendo hincapié en los programas sociales y en la educación, ayudando a las mujeres y a las marginadas poblaciones negras e indígenas, buscando eliminar la violencia, etc. Siendo que su influencia de izquierda pudiera ser tan pronunciada gracias a la más amplia coalición de partidos de izquierda y del centro. El vicepresidente Geraldo Alckmin, por ejemplo, pudo en parte haberse desplazado hacia la izquierda, pero su posición sigue siendo distinta a la de Lula.
Sin embargo, la experiencia de Lula le permitirá centrarse en decisiones políticas clave para apoyar el desarrollo de infraestructuras estratégicas y las grandes medidas sociales que durarán más allá de su presidencia. Al mismo tiempo pudiera reforzar la cooperación internacional con fines sociales, en particular, con los países en desarrollo de América Latina y las organizaciones mundiales, incluidos los BRICS y las Naciones Unidas. La nueva marea de la izquierda en América Latina y la agrupación socialmente articulada de la mayor parte del mundo en desarrollo en el G-77 más China pudiera también ser una inspiración para los países occidentales desarrollados, donde la recesión y la crisis económica están empezando a llegar. Aunque los países en desarrollo también pueden verse amenazados por la crisis, el Sur global puede cooperar con más fuerza y ofrecer alternativas sociales. En la terminología de Lula, es el retorno a la esperanza: para Brasil, América Latina y muchos países del mundo.