La izquierda radical no sólo es testigo de la consolidación global del imperativo de libre mercado a expensas de los derechos humanos, también está sufriendo las consecuencias. Esto es más evidente en los países de la región de Europa Central y Oriental en la que los sujetos políticos tradicionales que profesan los ideales del socialismo siguen fallando debido a toda una serie de factores específicos que son tanto externos como internos.
Este trabajo pretende esbozar con más detalle algunos factores utilizando el ejemplo del Partido Comunista de Eslovaquia. Creo que una correcta comprensión de las causas que conducen a la insuficiencia de los partidos comunistas y obreros en la región de Europa Central y Oriental es también crucial para el futuro de la izquierda radical en los países de Europa Occidental y, en un sentido más amplio, también para la izquierda radical en general. El documento también señala posibles soluciones a la situación actual y las cuestiones que, en mi opinión, habrá que superar en un futuro próximo.
Eslovaquia: Un ejemplo de la derrota abrumadora de la izquierda radical
El ejemplo eslovaco merece nuestra atención, ya que puede ser considerado como un claro ejemplo de la victoria de un puñado de capitalistas sobre el sistema que fue capaz de lograr una vida digna, sin preocupaciones y completa para millones de ciudadanos. En otras palabras, es un ejemplo de una derrota abrumadora para la izquierda radical del que podemos aprender mucho.
Como todos sabemos, el socialismo en Checoslovaquia cayó después de los acontecimientos de noviembre de 1989. Las investigaciones más recientes reparten la culpa de esta catástrofe entre los líderes del Politburó del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, dirigida por Mijail Gorbachov, y los servicios de inteligencia checoslovacos. La gente conoce, por ejemplo, el papel del agente LudvÃk Živčák del Servicio de Seguridad del Estado de Checoslovaquia (StB), que se hizo pasar por Martin Šmíd, el estudiante supuestamente "asesinado" durante los desórdenes civiles en noviembre de 1989. El informe falso sobre el estudiante asesinado sacó a cientos de miles de personas airadas a las calles y ha contribuido significativamente al descrédito de los círculos gubernamentales.
Un mes después de esos sucesos, Václav Havel pronunció estas palabras con las que luchaba por los corazones de la opinión pública: Durante veinte años dijo la propaganda oficial que yo era un enemigo del socialismo, que quería restaurar el capitalismo en nuestro país, que estaba al servicio del imperialismo y que había ganado una fortuna con ello, que quería ser dueño de varios negocios y explotar a los trabajadores en esas empresas, y así sucesivamente. Todo esto era una mentira, como pronto se verá…
Los ciudadanos de Checoslovaquia pronto vieron quién tenía razón y que había mentido. Pero fue demasiado tarde. A los pocos días, Havel consiguió la presidencia y cambió las leyes convirtiendo la propiedad pública en privada. La extensa privatización fue de la mano con una fuerte campaña anticomunista. A pesar de todo esto, las encuestas de 1990 mostraron que el 41% de la población todavía prefería el socialismo, el capitalismo obtuvo una preferencia del 3% y el 52% prefería algo entre los dos sistemas. Es interesante que la encuesta de opinión de 2013 realizada por la agencia Focus mostró que hasta un 67% de los eslovacos piensa que su situación económica había sido mejor antes de 1989. Pero este no es el resultado de un optimismo nostálgico o de una falta de conciencia histórica, como los medios de comunicación capitalistas tratan de interpretarlo. A pesar de la fuerte propaganda anticomunista, la gente no puede ignorar lo siguiente:
- El aumento en la tasa de desempleo y un empleo de baja remuneración
- Deterioro de las condiciones laborales
- La emigración de trabajadores jóvenes y calificados
- La concentración de oportunidades de trabajo en el oeste de Eslovaquia y, en particular, en la capital, y la aparición resultante de zonas e incluso regiones enteras empobrecidas
- La menor disponibilidad de viviendas debido a la construcción lenta y a los elevados precios
- La caída de la industria y de la agricultura
- El aumento de los precios de la energía y de los alimentos básicos
- La disminución de los niveles de cultura, deporte, salud y del sistema escolar a pesar de (o más bien debido a) que gran parte de la financiación de estas instituciones del estado las soportan ahora los ciudadanos
- La ausencia de actividades gratuitas, o al menos asequibles, de tiempo libre para niños y jóvenes
- El aumento de la criminalidad
- El aumento del riesgo de drogadicción de los jóvenes
- La tendencia demográfica adversa
- Una crisis cada vez más profunda en la integración de la etnia romaní
- La pérdida de la soberanía nacional.
Enumero todos estos hechos generalmente conocidos, muchos de los cuales también se repiten en otros países post-socialistas, para poder señalar esta paradoja: A pesar de estos y otros cambios negativos que el capitalismo ha traído a la mayoría de la población eslovaca, a pesar del afecto que prevalece hacia el socialismo, Eslovaquia no tiene un solo partido en el parlamento que profese la eliminación de la dictadura de la burguesía actual y adopte un sistema social más justo y democrático.
La última vez que un programa más radical tuvo representación en el parlamento fue durante las elecciones de 2002. Así se percibía el Partido Comunista de Eslovaquia, que obtuvo el 6,33% de los votos en esas elecciones. Hoy en día, es un partido político marginal, y, teniendo en cuenta su desarrollo interno en los últimos años, su clasificación como un partido de izquierda radical es sin duda cuestionable. Incluso iría tan lejos como para afirmar que no hay un sujeto político de izquierda radical en Eslovaquia, ya sea en el parlamento o en la escena política, como tal.
En suma, no hay ningún sujeto político en Eslovaquia, que apoye a los pobres, los marginados o a los que tienen el peor acceso a la educación y a la sanidad. No hay ningún sujeto político en Eslovaquia que luche por un nivel de vida digno para los pensionistas, que proponga una economía alternativa no capitalista (por ejemplo cooperativas, de las que Checoslovaquia solía enorgullecerse) o que reaccione ante las amenazas supranacionales como el TTIP. Eslovaquia no tiene políticos, o al menos suficientes activistas, que pudieran llamar la atención sobre la relación entre el crecimiento de la productividad laboral y la creciente brecha entre los pobres y los ricos. No tenemos suficientes defensores de la reducción de la jornada laboral o que propongan mejores condiciones de trabajo, o personas que tengan la capacidad suficiente para explicar, por ejemplo, la esencia de la renta básica incondicional.
Las causas de la derrota
Como país pequeño, el destino y la política de Checoslovaquia siempre han estado conectados a los acontecimientos en el mundo. Esto también es cierto en el caso de los cambios políticos que llevaron a la caída de todo el bloque del Este. A finales de 1980, tanto la popularidad del Partido Comunista de Checoslovaquia como su apoyo en Moscú empezaron a disminuir rápidamente como consecuencia de los errores que cometió el partido y como respuesta a los sucesos internacionales. El socialismo en Checoslovaquia no podía salvarse por la presión que más tarde llevó a la caída de todo el bloque del Este.
Por el contrario, aquellos que profesan su deseo por una sociedad más justa tuvieron que actuar a la defensiva después del derrumbe del bloque socialista. El fuego pesado de la propaganda anticomunista pronto les negó el apoyo sustancial de los votantes. Los comunistas en la República Checa, al menos, han logrado defender su posición como el tercer partido parlamentario más fuerte. Pero en Eslovaquia, el movimiento cayó en picado después de su prometedor ascenso de las cenizas en 2002. Ellos fueron socavados por sus conflictos internos y la existencia de partidos populistas, como Smer, que afirma ser un sujeto político a favor de los intereses nacionales y sociales de las personas. Y fue el Partido Comunista de Eslovaquia, el que puso el último clavo en su propio ataúd al no poder solucionar sus problemas internos, excluyéndose así de una lucha política exitosa en esta situación crítica.
- Han seguido prefiriendo sus juegos políticos con respecto a la política, eventos conmemorativos y declaraciones formales por encima de unas reacciones más específicas y fundadas acerca de los sucesos actuales y la lealtad al profesionalismo.
- No han adaptado los procesos obsoletos que no podían mantenerse en las duras luchas políticas (comunicación, subestimación del rol de los medios de comunicación).
- No han reevaluado su relación negativa con la juventud (que naturalmente conduce a una disminución en el número de militantes y una pérdida de conexión con la vida real cotidiana de los trabajadores).
- También están desconectados de los sindicatos y del mundo académico.
- No han sido capaces de utilizar la auto-reflexión o de aceptar su responsabilidad política en la larga serie de fracasos. No se han deshecho de su miedo al debate abierto sobre los diferentes puntos de vista.
Tal situación sin esperanza no es sólo fruto de la incompetencia, sino también de la creencia predominante en el Partido Comunista de Eslovaquia que son las condiciones objetivas las que no permiten su éxito, lo que es aún peor. Según esta tesis, las personas no apoyan al Partido Comunista de Eslovaquia, porque todavía les va bastante bien.
Es un enfoque peligroso que es indirectamente un llamamiento a la pasividad y a la creación de espacios para otros sujetos políticos, en particular de la extrema derecha. Esto se confirmó en las últimas elecciones parlamentarias en Eslovaquia. Yo traté esta cuestión con más detalle en un análisis de las elecciones parlamentarias eslovacas de 2016.[1] Pero las raíces de este estado son mucho más profundas que sólo el Partido Comunista de Eslovaquia. Me atrevo a decir que también podemos culpar a la influencia de Hegel sobre la obra de Marx y a la interpretación acrítica de Marx, que he analizado con más detalle en un seminario de 2014 sobre el post-marxismo contemporáneo en Bratislava.[2] Aquí voy a ofrecer una breve aclaración de las proposiciones básicas.
However, this is a dangerous approach that is indirectly appealing for passivity and creating space for other political subjects, particularly for the far right, which were only confirmed at the last parliamentary elections in Slovakia. I treated this issue in more detail in an analysis of the 2016 Slovak parliamentary elections. But the roots of this state reach much deeper than just the Communist Party of Slovakia. I dare say that we can also blame Hegel’s influence on Marx’s work and the uncritical interpretation of Marx, which I analysed in more detail at a 2014 seminar about contemporary post-Marxism in Bratislava.Here I will offer a brief clarification of the basic propositions.
La primera es la firme creencia en la victoria histórica del socialismo, que tenía una influencia desmovilizadora, si no destructiva, sobre los movimientos políticos inspirados en el legado de Marx. En opinión del sociólogo estadounidense Imanuel Wallerstein "… la creencia en la inevitabilidad del progreso era una causa de despolitización sustancial, sobre todo una vez que el movimiento anti-sistema había logrado el poder del Estado".
Además, muchos aceptan la creencia de Marx de que el progreso tecnológico va a ser, cada vez más, un factor a favor de la clase explotada. Pero la verdad es lo opuesto. La existencia de recursos de combate no es importante para la lucha, incluida la lucha de clases, independientemente de lo altamente desarrollada que sea, si no se tiene acceso a esos recursos y si no se pueden utilizar. En otras palabras, no se trata del nivel de progreso técnico como pensaba Marx, sino del acceso al mismo. El problema es que una concentración de la riqueza y de poder en manos de los capitalistas mejora el acceso a las tecnologías y su utilización por parte de esos capitalistas.
La tercera causa del fracaso del movimiento comunista radica en la aceptación acrítica de la visión positiva del trabajo por Marx. No debemos olvidar que la introducción de nuevos procesos y tecnologías conduce a la desorganización y a una reducción de la clase obrera. Los peligros del ‘no-trabajo’ en ciernes ya han sido mencionados por Debord, que señala que si el trabajo es el instrumento decisivo del hombre libre de explotación, su ausencia conduce a la dependencia del esclavo del maestro. La supervivencia de las multitudes de personas en paro, económicamente innecesarias, ahora realmente depende de la generosidad del sistema social que los capitalistas mantienen en la medida en que les permite mantener su poder. Sin embargo, la generosidad en la oferta tiende a disminuir, entre otras cosas, debido a los continuos avances tecnológicos.
Como podemos ver, la transferencia de la riqueza material de una mayoría de la población mundial hacia los individuos más ricos va de la mano con la transferencia de la influencia política, tecnológica y el dominio militar en favor de este último grupo, que le ayuda a encontrar nuevos métodos más eficientes para la construcción de su poder y de su riqueza. Por tanto, creo que las posibilidades de que la mayoría explotada diga ‘¡basta! y se levante contra estos opresores no está mejorando, todo lo contrario, empeora con el tiempo.
Salidas
Como ya he dicho anteriormente, creo que el tiempo va contra nosotros. Que nos tenemos que enfrentar a rivales cada vez más fuertes y que estos oponentes harán cada vez menos por ocultar los crímenes contra la humanidad envueltos en el envase de la “lucha contra el terrorismo” o “la protección de la democracia”. Nosotros, por lo tanto, tenemos que adoptar un enfoque mucho más activo en la búsqueda de posibles soluciones que conduzcan al fortalecimiento de la izquierda radical en Eslovaquia, así como en los países de la región de Europa Central y Oriental y en el ámbito europeo.
A la luz de las crecientes desigualdades en la distribución de la riqueza global, la situación de los luchadores por la verdadera democracia y la justicia es ya crítica. En este contexto, creo que hay un objetivo básico claramente definible que tiene que ser compartido por el conjunto de la izquierda radical. Y este el objetivo es detener la excesiva acumulación de riqueza en manos de unos pocos individuos que conduce directamente a la destrucción de la democracia, y es por lo tanto una amenaza para los derechos y las vidas de millones de personas, así como para todo el ecosistema. Existe una amplia gama de ejemplos terribles de abusos de poder, tanto a nivel histórico, como en la actualidad. Y su concentración sigue creciendo.
La lucha para detener la excesiva acumulación de riqueza en manos de unos pocos está inseparablemente conectada con el esfuerzo por la justa redistribución posterior de la riqueza. ¿Pero existen medidas específicas para apoyar una redistribución justa de la riqueza y para evitar su acumulación en manos de unos pocos? La respuesta a esta pregunta no es tan difícil como podría parecer: hay varias. Sólo depende de si su aplicación tiene efectos redistributivos o apoya la creación de estructuras paralelas económicas que impiden la acumulación excesiva de riqueza en manos de un pequeño número de individuos.
Medidas con efectos redistributivos:
- Limitar la riqueza.
- Impuesto para transacciones financieras.
- Impuestos progresivos.
- Prohibición de los paraísos fiscales.
- Impuesto global de Piketty sobre el capital.
- Control público de las operaciones financieras (incluye presupuestos participativos).
Medidas que crean estructuras económicas paralelas:
- Propiedad del estado.
- Economía participativa.
- Democracia en los puestos de trabajo.
- Democracia autónoma.
Creo que hay otra área que merece la atención de la izquierda radical. No quiero refutar el papel clave de la base, pero creo que los capitalistas han desarrollado el arma más potente con algo que la izquierda radical no ha tenido en cuenta (con la excepción de Marcuse y, en particular, Gramsci). El inicio de la posmodernidad demostró claramente que la capacidad de convencer a otros de la razón propia es mucho más importante que tener realmente la razón. Por lo tanto, yo creo que, además del énfasis en los objetivos y las medidas económicas y sociales comunes, la izquierda radical también tiene que coordinar sus medidas dentro de la superestructura y, en particular, en el área de los medios de comunicación.
En lugar de Conclusiones: ¿Somos capaces de desarrollar un enfoque coordinado y eficiente?
Creo que el enfoque básico que puede conducir al fortalecimiento de la izquierda radical está en la definición de los objetivos básicos mínimos y las medidas comunes para alcanzarlos. Como tal, este mínimo común debe incluir también los esfuerzos antes mencionados, de poner fin a la excesiva concentración de la riqueza en manos de unos pocos individuos que muy probablemente impulsa nuestra sociedad a los brazos del fascismo global. Otro mínimo común que debe ser acordado por la izquierda radical cubre las medidas que conduzcan a una distribución justa de la riqueza mundial. La izquierda radical sólo puede alcanzar sus objetivos si se apoya en las masas. Por lo tanto, la izquierda radical tiene que aprender a comunicarse con las masas y generar confianza, lo que exige un enfoque diferente para el trabajo de campo y con los medios de comunicación.
Por desgracia, la izquierda radical dista actualmente mucho de lograr estos objetivos mínimos. Y esto se aplica tanto a nivel nacional (Eslovaquia) como a la escena supranacional (Europa). A modo de ejemplo, debo mencionar que el apoyo de las cooperativas no recibe suficiente atención, en su caso, en cualquiera de estos niveles. Esto ocurre en un momento en el que estamos celebrando el 170 aniversario de la creación de la primera sociedad cooperativa de crédito en el continente europeo, que fue, una coincidencia, fundada en Eslovaquia. Mi experiencia en el GUE/NGL me mostró lo difícil, si no imposible, que es para la izquierda europea llegar a un acuerdo sobre un enfoque común para la cuestión de los impuestos a las transacciones financieras o los paraísos fiscales. Por no hablar de los diferentes enfoques para el medio ambiente o la más reciente crisis migratoria. En cuanto a la cuantía de los factores que separan a la izquierda radical, es aún más frustrante cuando nos damos cuenta de que los capitalistas necesitan sólo un objetivo para unirse contra los trabajadores: la búsqueda del beneficio.
No tenemos que seguir la misma línea de pensamiento de Streeck, Polanyi o Piketty para comprender los peligros que vienen con una concentración constante excesiva de la riqueza en las manos de unos pocos individuos. Al final, este riesgo, que es más que evidente y omnipresente, lo señalaron con más claridad y de forma muy directa Marx y Lenin. Ahora nos toca resistir. Creo que es posible si tenemos un enfoque activo, oportuno y coordinado.
Pero, ¿quién podría asumir el papel de coordinador de la izquierda radical? El GUE/NGL se cae en pedazos y está agotado por el sistema de trabajo en el Parlamento Europeo. La gran cantidad de actividades del PIE se produce a expensas de una política de principios de la izquierda radical. En mi opinión, carecemos de un organismo europeo común, al menos a nivel de un grupo de trabajo (ya sea dentro o fuera del GUE/NGL), cuyo único objetivo sería fortalecer la izquierda radical europea y cuya única función sería la de establecer y generar, los contactos con posibles socios, supervisar y evaluar la situación política a nivel nacional y europeo, y coordinar las actividades conjuntas de la izquierda radical europea.