Este 8 de Marzo 2019 queremos ampliar nuestras alianzas entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados. Fue la unión de muchas mujeres en el mundo, la que consiguió grandes victorias para todas nosotras y nos trajo derechos que poseemos hoy. Nos precede una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas. Sin embargo, sabemos que aún no es suficiente: queda mucho por hacer y nosotras seguimos luchando.
Vemos tambalear nuestras conquistas en Europa con las políticas de recortes y los avances de la extrema derecha. Ante ello la sororidad es nuestra arma; es la acción multitudinaria la que nos permite seguir avanzando. La fecha del 8 de marzo es nuestra, internacional y reivindicativa.
Este 8 de Marzo, las mujeres de toda Europa estamos convocadas a la HUELGA FEMINISTA.
Nuestra identidad es múltiple, somos diversas. Vivimos en países con realidades socioeconómicas y socioculturales diferentes. En entornos rurales y urbanos. Trabajamos en el ámbito laboral y en el de los cuidados. Somos lugareñas, gitanas, migradas y racializadas. Nuestras edades son todas y nos sabemos lesbianas, trans, bisexuales, hetero… Somos las que no están: somos las asesinadas, somos las presas. Y las que no se ven, las refugiadas y víctimas de la trata para la explotación sexual Somos TODAS. Juntas el 8M paramos Europa y gritamos: ¡BASTA! ante todas las violencias que nos atraviesan.
¡BASTA! de agresiones, humillaciones, marginaciones o exclusiones. Exigimos que en todos los países europeos se aplique el convenio de Estambul en el que se reconoce la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos y se doten todos los países de recursos y medios para el desarrollo de políticas reales y efectivas que ayuden a conseguir una Europa libre de violencias contra las mujeres y niñas. Denunciamos la represión que ejercen aquellos gobiernos y grupos políticos que encabezan y reprimen la lucha por los derechos sociales y reproductivos.
¡BASTA! De violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas, que vivimos las mujeres sea cual sea nuestra edad y condición. QUEREMOS poder movernos en libertad por todos los espacios y a todas horas. Señalamos y denunciamos la violencia sexual como expresión paradigmática de la apropiación patriarcal de nuestro cuerpo, que afecta de modo aún más marcado a mujeres en situación de vulnerabilidad como mujeres migradas y trabajadoras domésticas. Es urgente que nuestra reivindicación Ni una menos sea una realidad.
¡BASTA! De opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales! Denunciamos la LGTBIfobia social, institucional y laboral que sufrimos muchas de nosotras, como otra forma de violencia machista. Somos mujeres y somos diversas.
Somos las que reproducen la vida. El trabajo doméstico y de cuidados que hacemos las mujeres es imprescindible para el sostenimiento de la vida. Que mayoritariamente sea gratuito o esté devaluado es una trampa en el desarrollo del capitalismo. Hoy, con la huelga de cuidados en la familia y la sociedad, damos visibilidad a un trabajo que nadie quiere reconocer, ya sea en la casa, mal pagado o como economía sumergida. Reivindicamos que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social de primer orden, y exigimos la redistribución de este tipo de tareas.
Hoy reivindicamos una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas. Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo que nos quiere dóciles, sumisas y calladas.
No aceptamos estar sometidas a peores condiciones laborales, ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo. Por eso, el 8M también hacemos huelga laboral.
Huelga contra los techos de cristal y la precariedad laboral, porque los trabajos a los que logramos acceder están marcados por la temporalidad, la incertidumbre, los bajos salarios y las jornadas parciales no deseadas. Nosotras engrosamos las listas del paro. Muchos de los trabajos que realizamos no poseen garantías o no están regulados. Y cuando algunas de nosotras tenemos mejores trabajos, nos encontramos con que los puestos de mayor salario y responsabilidad están copados por hombres.
¡BASTA! de discriminación salarial por el hecho de ser mujeres, de menosprecio y de acoso sexual en el ámbito laboral.
Denunciamos que ser mujer sea la principal causa de pobreza y que se nos castigue por nuestra diversidad. La precariedad se agrava para muchas de nosotras por tener mayor edad, ser migrada y estar racializadas, por tener diversidad funcional o una imagen alejada de la normatividad. Reivindicamos que nuestra situación laboral nos permita desarrollar un proyecto vital con dignidad y autonomía; y que el empleo se adapte a las necesidades de la vida: el embarazo o los cuidados no pueden ser objeto de despido ni de marginación laboral, ni deben menoscabar nuestras expectativas personales ni profesionales.
Exigimos también las pensiones que nos hemos ganado. No más pensiones de miseria, que nos obligan a sufrir pobreza en la vejez.
Gritamos bien fuerte contra el neoliberalismo salvaje que se impone como pensamiento único a nivel mundial y que destroza nuestro planeta y nuestras vidas. Las mujeres tenemos un papel primordial en la lucha contra del cambio climático y en la preservación de la biodiversidad. Por eso, apostamos decididamente por la soberanía alimentaria de los pueblos. Exigimos que la defensa de la vida se sitúe en el centro de la economía y de la política europea.
Exigimos ser protagonistas de nuestras vidas, de nuestra salud y de nuestros cuerpos, sin ningún tipo de presión estética, ni de mercantilización para satisfacer los deseos sexuales y reproductivos del patriarcado. Nuestros cuerpos no son mercadería ni objeto, y por eso, también hacemos huelga de consumo. ¡Basta ya de ser utilizadas ni como mercadería ni como reclamo!
Exigimos también la despatologización de nuestras vidas, nuestras emociones, nuestras circunstancias: la medicalización responde a intereses de grandes empresas, no a nuestra salud. ¡Basta de considerar nuestros procesos de vida como enfermedades!
La educación es la etapa principal en la que construimos nuestras identidades sexuales y de género y por ello exigimos nuestro derecho de todas a una educación pública, laica y feminista. Una educación que no relegue nuestra historia a los márgenes de los libros de texto; y en la que la perspectiva de género sea transversal. ¡No somos una excepción, somos una constante que ha sido callada!
Ninguna mujer es ilegal. Decimos ¡BASTA! al racismo y la exclusión. Gritamos bien alto: ¡No a las guerras y a la fabricación de material bélico! Las guerras son producto y extensión del patriarcado y del capitalismo para el control de los territorios y de las personas. La consecuencia directa de las guerras son millares de mujeres refugiadas por todo el mundo, mujeres que estamos siendo victimizadas, olvidadas y violentadas. Exigimos la acogida de todas las personas migradas, sea por el motivo que sea. ¡Somos mujeres libres en territorios libres!
Denunciamos los recortes presupuestarios en los sectores que más afectan a las mujeres: el sistema de salud, los servicios sociales y la educación.
Denunciamos la corrupción como un factor agravante de la crisis.
Denunciamos la justicia patriarcal que no nos considera sujetas de pleno derecho.
Denunciamos la grave represión y recortes de derechos que estamos sufriendo.
Exigimos plena igualdad de derechos y condiciones de vida, y la total aceptación de nuestra diversidad.
¡NOS QUEREMOS LIBRES, NOS QUEREMOS VIVAS, FEMINISTAS, COMBATIVAS Y REBELDES!
Y después de 8 de Marzo: SEGUIREMOS HASTA CONSEGUIR LA EUROPA Y EL MUNDO QUE QUEREMOS!