Si bien las protestas se ahogarán en la creciente ola de la pandemia, estamos asistiendo a un profundo cambio de mentalidad en Polonia
Polonia es un país mayoritariamente católico que se está transformando en una sociedad laica, basada en los derechos humanos y la igualdad de género. La obediencia general y la indiferencia incluso hacia las acciones más atroces del Gobierno ha dado paso a una creciente participación ciudadana más consciente. Una sociedad que ha permanecido pasiva bajo un hechizo neoliberal ahora está dando un paso de gigante hacia un Estado más democrático.
Pandemia y protestas
Polonia está al borde de una catástrofe humanitaria. Los hospitales se están desbordando y en muchos lugares los médicos han comenzado la clasificación a medida que los ventiladores escasean. Los pacientes que no tienen Covid deben esperar el tratamiento, lo que hace que la tasa de mortalidad general de octubre sea la más alta desde la Segunda Guerra Mundial. Polonia tiene ahora el decimoquinto mayor número de infecciones en el mundo, más de 750.000 casos. Sin embargo, todavía se mantiene en el puesto 23 en cuanto al número de muertes, casi 11.000 (a fecha de 19 de noviembre), debido a la efectividad del confinamiento de primavera. Sin embargo, este bloqueo terminó abruptamente antes de las elecciones presidenciales en julio y el Gobierno no ha estado dispuesto a cerrar la economía nuevamente, incluso cuando las cifras de infección están aumentando.
En este sombrío contexto, Polonia está atravesando uno de los períodos más enérgicos de su existencia desde la posguerra. Desde el 22 de octubre, los manifestantes se han reunido casi todos los días para expresar su descontento por una amplia gama de temas: desde la prohibición del aborto hasta la ilegitimidad del Gobierno, con el omnipresente "Get The Fuck Out" convirtiéndose en el lema no oficial del movimiento. En su apogeo, había más de 800.000 personas en las calles a lo largo de más de 534 ciudades y pueblos en todo el país. Las ‘Protestas Negras’ de 2016, que fueron las primeras en movilizar a tanta gente en tantos lugares, ahora parecen casi modestas en comparación.
En las calles, los adolescentes se han manifestado junto a los veteranos del movimiento Solidaridad, con mujeres protestando del brazo de hombres. En algunos lugares, las protestas incluso parecían competir por la asistencia. Por ejemplo, en Szczecin, en el noroeste de Polonia, los organizadores programaron un piquete clásico por la tarde y una rave por la noche, solo para enfrentar la indignación de algunos de los asistentes debido a que los eventos se superpusieron.
El enfoque de la protesta ha cambiado. La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el tema de la interrupción del embarazo en caso de malformación del feto desató las protestas el jueves 22 de octubre. Sin embargo, rápidamente se hizo evidente que el rumbo del Gobierno durante los últimos cinco años había generado suficiente ira latente como para alimentar las protestas durante semanas. La Huelga de Mujeres de Toda Polonia, una asociación informal de mujeres organizadoras de protestas en varias regiones, ha establecido una agenda con 13 áreas principales de preocupación. Los derechos de las mujeres y LGBTQ+ están en la parte superior de la lista, seguidos por declaraciones sobre laicidad, Estado de Derecho, instituciones reparadoras, acción climática, derechos laborales, reforma educativa, libertad de los medios de comunicación y proactividad en la lucha contra la pandemia. La huelga también denunció la inminente amenaza del neofascismo en la vida pública, así como la profunda crisis de los cuidados psiquiátricos.
Polonia, un Estado hecho de cartón piedra
Una broma corriente, que data de antes de la victoria electoral del PiS en 2015, es que Polonia es un Estado de cartón piedra, que solo parece real desde lejos. La pandemia ha demostrado que esta broma es amargamente cierta. El Gobierno parece haber gastado todas sus reservas en implementar el confinamiento de primavera. En ese entonces, con las elecciones presidenciales programadas, y a la espera de que el candidato conservador ganara su segundo mandato, el partido gobernante no introdujo un estado de alarma por razones sanitarias, ya que habría afectado a las fechas de las elecciones, disminuyendo las posibilidades de reelección de Duda. Ahora, el principal argumento en contra de la introducción de medidas de emergencia parece ser el presupuesto estatal. Sin embargo, era necesario mantener las apariencias. Reforzar la prohibición del aborto fue una forma segura de provocar disturbios, y fue probablemente usado como un medio de desviar la atención de los fallos del Gobierno y de echar la culpa del aumento del número de infecciones al movimiento feminista.
Otro dolor de cabeza es la "Marcha de la Independencia", que se celebra anualmente el 11 de noviembre para conmemorar el aniversario del fin de la Primera Guerra Mundial y la recuperación de Polonia de su independencia nacional. La marcha reúne tradicionalmente a las fuerzas de derecha más radicales de Polonia, junto a grupos neofascistas de países vecinos y hooligans. Ha crecido en tamaño a lo largo de los años y desde 2011 ha demostrado repetidamente ser incontrolable por parte de las fuerzas de seguridad estatales, que no han estado dispuestas a enfrentar a los manifestantes. Como "reunión cíclica", la marcha entra en una categoría legal especial que generalmente se traduce en una posición privilegiada. Sin embargo, también abre la posibilidad de que el Gobierno local prohíba la reunión por razones de vis maior ("fuerza mayor"). Si bien la prohibición por parte del Gobierno de las reuniones públicas significaría, para el partido PiS, declarar la guerra a los grupos de derecha radical y enajenar a las franjas derechistas de la mayoría, el Ayuntamiento de Varsovia no tenía tal reserva y prohibió la "Marcha de la Independencia" por motivos sanitarios. Luego se anunció que la marcha se transformaría en una caravana, pero a pesar de los llamamientos de los organizadores, varios miles de derechistas aparecieron a pie, listos para la acción. La marcha se convirtió en un motín y resultó en un par de docenas de heridos. Una bengala perdida, dirigida a un balcón con una bandera arcoíris y un cartel grande de Huelga de Mujeres, prendió fuego a un apartamento vecino. En última instancia, estos disturbios han exacerbado aún más el sentimiento antinacionalista entre la población.
La victoria no será legal
El foco principal de las protestas sigue siendo la sentencia del Tribunal Constitucional K1 / 20, que prohíbe la posibilidad de interrumpir embarazos con fetos con malformaciones o inviables. Los fallos del Tribunal Constitucional en el sistema jurídico polaco siguen siendo irreversibles, ya que el propio Tribunal actúa como la última voz en cuestiones legislativas. Tras su triunfo en 2015, el Gobierno del partido Derecho y Justicia (PiS; afiliación europea: ECR) procedió a sustituir a tantos jueces del Constitucional como pudo, invalidando varias elecciones de jueces aún no juramentados y sustituyéndolos por sus propios candidatos de una manera más escandalosa que la que han hecho los republicanos en los Estados Unidos al impulsar la candidatura de Amy Coney Barrett. Debido a los esfuerzos del Gobierno y a los fallos en gran parte insatisfactorios, el Tribunal Constitucional de 2020 se percibe como un bastión del partido y sus fallos como una portavocía del partido gobernante.
La moción para suprimir el aborto en caso de malformación fetal ha sido otro impulso para endurecer la prohibición del aborto en vigor desde 1993. La ley de 1993, aclamada como un ‘compromiso en torno al aborto’, permitía solo tres excepciones a la prohibición general del aborto: en casos de embarazos resultantes de violación o incesto, embarazos que supongan un grave peligro para la vida y la salud de la mujer y en caso de malformación del feto.
Las tres excepciones fueron en su mayoría no respetadas. Por un lado, es casi imposible obtener una prueba de violación a tiempo para realizar una interrupción del embarazo. En segundo lugar, a lo largo de los años, varias mujeres han muerto debido a diagnósticos retrasados o manipulados debido a la falta de voluntad de los médicos para practicar el aborto. Los casos más conocidos son el de Agata Lamczak, que murió de una inflamación intestinal no tratada, y Alicja Tysiąc, que quedó ciega después de que los médicos se negaron a reconocer el riesgo y interrumpir el embarazo. La malformación del feto ha seguido siendo la causa más común de aborto en Polonia, con varios cientos de procedimientos realizados anualmente. Sin embargo, el acceso a las pruebas prenatales se volvió cada vez más difícil y las pruebas a menudo se programaron demasiado tarde para que la ventana legal del aborto funcionara.
La iglesia interpretó esta moción como ‘rescatar las vidas de niños’ con síndrome de Down no letal, aunque los abortos realizados en su mayoría se referían a casos mucho más graves. Al igual que en 2016, 2017 o 2018, las mujeres polacas tomaron el fallo no solo como un motivo de preocupación para quizás mil parejas por año, sino como un ataque a su derecho general a la dignidad y la atención médica adecuada durante el embarazo. Como decía una de las pancartas de cartón, "Ahora da miedo follar", a lo que otra añadía"Pero siempre tendremos anal".
El presidente polaco, Andrzej Duda, trató de aplacar a los manifestantes proponiendo una ley para restablecer la tercera excepción con una redacción diferente. Sus desesperados intentos, denominados un "compromiso por un compromiso", no satisfizo a nadie, dejando a las manifestantes aún más enojadas y casi provocando una ruptura dentro de la mayoría conservadora. Por ahora, la sentencia K1 / 20 permanece inédita y, como tal, aún no se ha convertido en ley. Sin embargo, los abogados especialistas argumentan razonablemente que, dado que el fallo se publicará en cualquier momento, los hospitales ya deben comenzar a cancelar las interrupciones programadas. Por ahora, la única forma de salir de los impopulares cambios será cambiar el Gobierno y todo el sistema legal con él.
Para los líderes de la protesta, rendirse no parece ser una opción. Las protestas ahora son menos numerosas pero más feroces y se organizan en lugares inesperados como Otwock, una ciudad conservadora cerca de Varsovia, o Zakopane, un destino turístico en las montañas que es conocido por tener índices excepcionalmente altos de violencia doméstica. Esta puede ser una revolución comparable a la de mayo del 68 en Occidente, en la que Polonia nunca participó.
Actualizado: 19 de noviembre
sobre la "Marcha de la Independencia" y el número de casos y muertes a causa de la Covid-19