Encuentre aquí el primer texto de la serie de artículos que transform! europe publicará sobre Rosa Luxemburg con motivo del centenario de su asesinato.
Rosa Luxemburg rara vez escribió sobre el socialismo como el futuro sistema social que reemplaza al mundo capitalista. Mucho más importante para ella era el camino hacia el socialismo, todo el proceso de salir de las contradicciones irresolubles de la realidad social existente. Como requisito previo para ello, entendía la posición social de la clase obrera y el movimiento obrero que se basaba en esa posición, que después de una larga búsqueda que había costado mucha sangre obrera en el siglo XIX, finalmente dejó las aguas políticas del liberalismo y aspiró a un futuro socialista como su objetivo.
Sin embargo, en el movimiento obrero liderado por la socialdemocracia en Europa occidental, hubo una creciente comprensión de que el socialismo podía introducirse a través de mayorías parlamentarias y que las luchas heroicas en las barricadas de las revoluciones del siglo XIX pertenecían a una época pasada y sangrienta.
También para Rosa Luxemburg, el camino hacia el socialismo era un camino que requería unas mayorías claras. En varios pasajes, enfatizó una y otra vez que un socialismo sin mayoría no es posible, que incluso la salida de la vieja sociedad debe ser una forma que la mayoría de la clase obrera quiera inequívocamente. Para la gran teórica del socialismo europeo, también quedó claro que había que abandonar el camino, si se perdía esa mayoría que había ganado. Sin embargo, ella desconfiaba decididamente del camino exclusivamente parlamentario, ella apostaba decididamente por el camino revolucionario. En este sentido, aprovechó su experiencia del movimiento de la clase obrera polaca en el imperio zarista, con la que tuvo un mayor conocimiento del movimiento socialista ruso.
A finales del siglo XIX, hubo una disputa en el movimiento obrero polaco sobre si el camino hacia la independencia nacional era el concepto correcto y prometedor para la implementación de la nueva sociedad o si lo era la estrecha cooperación con el movimiento obrero en los centros industriales rusos. Algunos argumentaron que sólo sus propias condiciones nacionales – es decir, la separación de la Federación Rusa – ofrecían las mejores condiciones para realizar las aspiraciones de una alternativa socialista, mientras que otros se refirieron a los dos levantamientos nacionales polacos fallidos del siglo XIX e invocaron lo contrario. Una estrecha cooperación con el movimiento obrero ruso como condición previa decisiva para derrocar al régimen zarista y establecer la república en el Imperio ruso, a fin de dar el impulso decisivo para el movimiento obrero de Europa occidental.
En las últimas décadas del siglo XIX, la parte polaca del imperio ruso se había convertido en uno de los centros industriales más importantes del imperio zarista, principalmente porque el mercado ruso casi inagotable impulsó en gran medida la demanda de productos industriales. La propia Rosa Luxemburg contribuyó decisivamente a la fundación del primer Partido Socialdemócrata en el imperio zarista, que exigía una asociación estrecha entre el movimiento de jóvenes trabajadores rusos y el movimiento polaco. El objetivo era hacer cumplir la libertad política para todo el imperio, es decir, la revolución política. En su esencia, se trataba de establecer una república con el mismo derecho de voto para todos y las tres libertades políticas clave: libertad de expresión, libertad de reunión y libertad de organización.
Por un lado, debían cumplirse las condiciones que se habían logrado en otras partes de Europa con las luchas de clases y las revoluciones desde el siglo XIX. En ese sentido, la inminente Revolución Rusa era sólo el último fin del ciclo revolucionario europeo en el siglo XIX. Por otro lado, sin embargo, el carácter de una revolución de los trabajadores sería más decisivo, porque de esta manera toda la revolución iría mucho más allá, y ya no se detendría solamente en las libertades civiles que se exigían. Una llama para todo el movimiento obrero europeo que aspiraba construir el socialismo.
La revolución de 1905-1906 en el imperio zarista parecía confirmar los supuestos de Rosa Luxemburgo. Los trabajadores de los centros polacos de la industria mecánica lucharon bajo la bandera roja, junto con sus hermanos de clase en los centros industriales en la misma Rusia. A principios de 1906, Rosa Luxemburg ya estaba convencida de que la victoria de la revolución obrera era sólo una cuestión de meses. Aunque se equivocó con ello, porque la contrarrevolución victoriosa frustró el proyecto de ley de los partidos obreros, sus escritos de ese período se encuentran en el núcleo de la crítica de la revolución y el socialismo, y hasta hoy mantienen su fascinación. Sin el trabajo sobre la Revolución de 1905/06, el famoso manuscrito de la prisión de fines del verano de 1918 no hubiera salido a la luz.
Una idea importante, desarrollada durante este período tormentoso, fue la continuación de la revolución política (es decir, la burguesa) hacia una apertura en la dirección socialista. Las acusaciones que se hicieron contra ella marcaron exactamente su postura: para algunos, ahora era demasiado "revolucionaria", eclipsando las posibilidades del movimiento de la clase trabajadora, conduciéndolo al caos, para otros, sin embargo, ella er demasiado "parlamentaria" y hacía demasiadas concesiones al viejo mundo. Sin embargo, Rosa Luxemburg era consciente de que, durante un período históricamente corto, sería necesaria una dictadura del proletariado erigida con la revolución de los trabajadores, en primer lugar para poder evitar la contrarrevolución y, en segundo lugar, para permitir solucionar la cuestión de la propiedad, un elemento central para la futura sociedad que sustituiría al capitalismo. Sin embargo, en su entendimiento, esta fase debería ser, primero lo más corta posible en términos de tiempo y no debería convertirse en un estado permanente y, en segundo lugar, durante la dictadura del proletariado nunca se deberían abandonar la libertad de expresión, la libertad de asociación y la libertad de organización. Y de manera crucial: si no había una mayoría en este proceso, la revolución debería dar marcha atrás nuevamente y buscar un nuevo comienzo.
Mientras que Rosa Luxemburg escribió al movimiento obrero en Occidente que no debía renunciar a la idea de la revolución obrera, porque de lo contrario sería imposible salir de la sociedad actual, que estaba a favor de la explotación humana, también escribió al movimiento obrero ruso que no debía buscar solo el socialismo, ya que solo no podría deshacerse del legado centenario del gobierno zarista desde las profundidades de la sociedad rusa. Los escritos revolucionarios de Rosa Luxemburg siempre advertían contra el retorno del gobierno zarista con un ropaje diferente.
Rosa Luxemburg tenía su socialismo en mente: la perspectiva de la nueva sociedad le dio la fuerza durante la Primera Guerra Mundial para soportar el largo encarcelamiento. El estallido de la revolución en Alemania al final de la larga guerra fue considerado como la continuación esperada del desarrollo iniciado en Rusia en 1905-06 y 1917, con los efectos correspondientes en todo el desarrollo en la Europa de posguerra. Esperaba un camino hacia el socialismo en los principales países industrializados de Europa. Rusia, liberada del gobierno zarista, fue considerada parte integral de esta lucha esperada por un nuevo orden social.
El socialismo ya no existe. Se había impuesto y construido de manera diferente de lo que Rosa Luxemburg había pensado y esperado. Aunque esto sólo sirva hoy como un pequeño consuelo, aún no se ha dado el socialismo que Rosa Luxemburgo esperaba y por el que luchó hasta su asesinato. Una vez aceptado esto, Rosa Luxemburg entraría por un breve momento en las luchas de nuestros días. La primera reivindicación sería: ¡Mostradme vuestro movimiento obrero!
Traducción: José Luis Martínez Redondo