Solidaridad con Afganistán

Lea la declaración del Partido Comunista de España (PCE) sobre la situación actual en Afganistán, en la que condena la intervención militar ya que esta sirve para reforzar las posiciones nacionalistas reaccionarias y en la que también se hace un llamamiento para que cualquier política exterior se base en el respeto a los derechos humanos y a la soberanía de todos los estados.

Veinte años de guerra y ocupación militar en Afganistán se cierran para Estados Unidos con un desastre estratégico y una penosa retirada que ilustra el desprecio del gobierno norteamericano por las vidas de miles de personas. Las escenas de las columnas de humo ascendiendo desde la embajada estadounidense tras la apresurada quema de documentos, el trasiego de helicópteros entre la legación y el aeropuerto de Kabul para evacuar a sus funcionarios, y el llanto de los niños perdidos entre las pistas de aterrizaje en el caos de la caótica evacuación, han culminado en las trágicas escenas de los militares estadounidenses disparando a matar contra la multitud que intentaba huir del talibán en los últimos aviones. Los cadáveres sobre el asfalto del aeropuerto son el último eslabón de la vergüenza y la infamia que Estados Unidos deja en un país desfalleciente y malherido.

Las ciudades afganas han caído en manos del talibán en una rápida sucesión, con el capítulo final de la vergonzosa huida del gobierno títere de Kabul dejando sin control armamento moderno, helicópteros, munición, y abandonando a su suerte a sus propios funcionarios. Aunque Biden anunció una retirada ordenada que debía culminar el 31 de agosto de 2021, el presidente norteamericano ha recibido un severo desmentido de sus propios funcionarios de la embajada en Kabul destruyendo sus archivos en estos días frenéticos de incertidumbre y miedo. En ese camino transitado por las botas del Pentágono, han quedado centenares de miles de muertos, millones de refugiados, mostrando al mundo la barbarie del imperialismo estadounidense.

Miles de millones de dólares han servido para engrasar los circuitos de la corrupción, del crimen, de la droga, para enriquecer a empresas de mercenarios, militares norteamericanos, intermediarios, señores de la guera y mercaderes de la muerte. Todos los años de ocupación militar norteamericana estuvieron presididos por una rampante corrupción, por el desprecio a la vida, por la obsesiva ambición de mantener el dominio sobre Oriente Medio y su hegemonía en el mundo. Ese empeño se ha saldo con una nueva derrota, que Estados Unidos no puede ocultar.

Aunque los funcionarios del Departamento de Estado intentan ahora vender a los medios de comunicación internacionales la mentira de una evacuación controlada, para evitar la vergüenza y el descrédito ante los ojos del mundo, los hechos muestran la desbandada, y nadie debería olvidar las matanzas que jalonan veinte años de guerra y de ocupación estadounidense, los bombardeos sobre la población civil, los asesinatos perpetrados con drones manipulados desde la lejana Nebraska, el cinismo y las mentiras acumuladas en los despachos de la Casa Blanca, del Pentágono y del Departamento de Estado norteamericano.

Esos talibán que se fotografían ahora desafiantes en el palacio presidencial de Kabul son los hijos de los siniestros muyahidin que se reunían con Reagan, son los descendientes de los mercenarios a quienes Estados Unidos facilitó financiación y armamento moderno para destruir la mejor república que ha tenido Afganistán, la que gobernó los años de amistad con la Unión Soviética y que se esforzó por desarrollar el país defendiendo los derechos de la mujer. Esos talibán son los herederos directos de los feroces asesinos a quienes Washington bautizó como "guerreros de la libertad", y en quienes fomentó el yihadismo que ha ensangrentado el país sepultándolo en el atraso, el fanatismo y el odio de los mulás.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN son responsables de ese sudario de muerte. Y los gobiernos españoles que, de grado o cediendo al chantaje norteamericano, enviaron tropas para colaborar con esa infame aventura imperial, son también cómplices del dolor y de la muerte causados. Porque desde George W. Bush, que inició la ocupación de Afganistán con groseras mentiras, hasta Biden, todos los últimos presidentes norteamericanos merecen comparecer ante un Tribunal Internacional de Justicia para dar cuenta de los crímenes cometidos.

Cuando termina la ocupación y la guerra norteamericana y el país se adentra en el fascismo yihadista, los trabajadores del mundo no pueden olvidar el sufrimiento de Afganistán. El Partido Comunista de España condena las intervenciones militares, que solo sirven para fortalecer posiciones nacionalistas reaccionarias, como se está comprobando en Afganistán con el retorno talibán, y considera que cualquier política exterior debe estar presidida por el respeto a los derechos humanos y la soberanía de todos los países. El imperialismo debe ser arrojado al pozo negro de la historia.

En esta hora trágica, el Partido Comunista de España manifiesta su solidaridad con el pueblo afgano que ha padecido décadas de opresión y guerra, pide al gobierno de Pedro Sánchez que abra sus puertas a los refugiados en peligro, y quiere hacer llegar su solidaridad a las mujeres afganas, a los campesinos y trabajadores del país, a todos aquellos que se esforzaron por combatir la máquina de guerra de Estados Unidos y sus aliados, y que también combatieron el aterrador reinado de los muyahidin y después al siniestro oscurantismo talibán.

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