El triunfo de Jeremy Corbyn, elegido como líder del Partido Laborista, ha destrozado el consenso de austeridad que ha dominado la política británica en los últimos cinco años – y el consenso neoliberal de las últimas dos décadas o más.
Su elección tendrá el efecto de la rotura de un dique en la vida política de Gran Bretaña, girando el centro de la gravedad político hacia la izquierda. Su victoria es aún más notable por ser tan abrumadora. Corbyn ganó en la primera ronda de la votación, teniendo casi el 60% de los votos de primera preferencia, después de una campaña extraordinaria, tras la dimisión del anterior líder, Ed Miliband, tras la derrota electoral en mayo.
Pocos esperaban que Corbyn se aseguraría un lugar en el documento de nominación en contra de Liz Kendall, al que apoyaba Blair, y los candidatos de centro-derecha Yvette Cooper y Andy Burnham. Fue nominado gracias a algunos de sus compañeros diputados, que no lo apoyaban, pero que pensaron que era importante tener un debate. Pero su campaña creó rápidamente una enorme base de apoyo, tanto dentro como fuera del Partido Laborista, ayudado por el nuevo sistema electoral interno del Partido Laborista introducido después de la Revisión Collins de 2014. Además de los votos emitidos por los miembros del partido, se han introducido nuevas categorías de electores: los simpatizantes pueden registrarse como tal en el partido, o como simpatizantes afiliados si son miembros de los sindicatos afiliados al Partido Laborista. Todos los votos cuentan por igual en lugar del sistema ponderado anterior y otro sistema de voto alternativo. Las reformas de Collins se introdujeron para debilitar la influencia sindical, pero paradójicamente, han provocado un giro hacia las raíces y a la izquierda – y, por tanto, un apoyo enorme para la campaña de Corbyn. Corbyn también se vio impulsado por el apoyo temprano de dos de los mayores sindicatos – Unite y Unison – junto con el hecho de que él era el único de los cuatro candidatos que se oponía a la política de recortes del gobierno conservador, que introduce recortes masivos a los beneficios estatales.
Para la fecha límite de inscripción, el 12 de agosto, el Partido Laborista había ganado cientos de miles de nuevos miembros y simpatizantes, con una enorme afluencia en las últimas 24 horas – de hecho, el sistema en línea se bloqueó debido a la cantidad de afiliaciones, por lo que se tuvo que prorrogar el plazo. El recuento final de los miembros y simpatizantes era más de 600.000, frente a los cerca de 200.000 votantes en las elecciones generales. La mayoría de las encuestas de opinión en junio y julio habían mostrado que Andy Burnham se situaba en cabeza, pero todas las encuestas en agosto mostraban a Jeremy Corbyn como favorito – respaldado por las probabilidades indicadas por los corredores de apuestas. El extraordinario nivel de apoyo popular a la campaña de Corbyn dominó los medios de comunicación durante todo el verano, que informaban de mítines repletos de gente todos los días – miles de personas acudieron a escuchar Corbyn en los pueblos y ciudades de todo el país. Tanto la asistencia a los mítines y actos como las cifras de votación muestran el enorme apoyo público a las políticas que propugna – muchas de ellas de la izquierda radical.
Como se hizo cada vez más evidente la victoria de Corbyn, la dirección del Partido Laborista empezó a mostrar una considerable alarma, con figuras de alto nivel del partido instando a los miembros y simpatizantes a no votar por Corbyn, entre ellos se encontraban los exdirigentes Blair, Brown, y Kinnock, así como los exministros Jack Straw y David Miliband. Su principal argumento era que Corbyn haría que el Partido Laborista fuera inelegible: que reduciría su atractivo para el electorado en su conjunto por defender un programa de izquierdas. Los críticos de la dirección del partido, sin embargo, señalaron que la presentación de una versión más suave de las políticas conservadoras o la "triangulación" no se había traducido en un éxito electoral para el Partido Laborista. Corbyn también se enfrentó a ataques políticos durante la campaña con acusaciones absurdas acusándole de antisemita y de apoyar al Estado islámico. La BBC dedicó su programa ‘Panorama’ a un intento escandaloso de socavar su apoyo tan sólo unos días antes de la votación. Sin embargo, ninguno de los ataques parece haber tenido un impacto en el apoyo a Corbyn y su campaña de liderazgo.
Inicialmente, este apoyo podría ser visto como una manifestación más del desvío de los votos de la izquierda radical tal y como se había visto en las elecciones generales (hacia los Verdes, escoceses nacionalistas y otros a organizaciones a la izquierda del Partido Laborista), pero el nivel de apoyo requiere un cambio en la evaluación: de ver a Corbyn como una figura de protesta marginal cuya candidatura era necesaria como una cuestión de principios para la izquierda residual del Partido Laborista, a ver a Corbyn como probable ganador que se ha convertido en una realidad de la nueva expresión de la izquierda radical en Gran Bretaña. Los de la izquierda radical en Gran Bretaña siempre han afirmado que Gran Bretaña no es inmune a las tendencias políticas europeas, sino que sus peculiaridades políticas han impedido una manifestación de tales políticas. Casi por casualidad, Corbyn se ha convertido en el líder de esta política alternativa, y su aparición dentro del Partido Laborista ha permitido golpear el enfoque mayoritario de la vida política británica de una manera que otras organizaciones no han podido lograr.
A medida que la campaña cobró impulso, se constató una cierta migración de membresía de otros partidos de izquierda hacia el Partido Laborista, que se inscribieron junto con individuos de otras organizaciones en el partido con el fin de votar por Corbyn. Sin embargo, la categoría se simpatizante del Partido Laborista excluye explícitamente a los que apoyan a una organización opuesta al partido – es decir, de aquellos partidos que tienen una candidatura contraria en las elecciones – y otro requisito es que apoye los objetivos y valores del partido. Sobre esta base, la dirección del Partido Laborista ha introducido un sistema para examinar todas las aplicaciones para así asegurar que los que tratan de afiliarse no son ‘entristas’ de otros partidos que tratan de subvertir el proceso, ya sea de la izquierda o de la derecha. En medio del frenesí de los medios, a miles se les negó el voto sobre la base de que eran miembros o simpatizantes de otros partidos. El electorado final fue probablemente alrededor de unos 554.000 – algunos de los que habían firmado fueron excluidos por motivos políticos, algunos eran duplicados y otros no se encontraban en el registro electoral.
¿Qué significa esto para la izquierda y para los movimientos sociales? La campaña de Corbyn ha actuado como un polo significante de atracción sobre aquellos que estaban abiertos a apoyar las políticas de la izquierda radical. El apoyo ha sido desarrollado conscientemente por aquellos que buscan este tipo de políticas – sean individuos que actualmente son miembros de la Coalición de Izquierda, del Partido Verde, o de otros grupos de izquierda, así como de los no alineados atraídos por las políticas de Corbyn sobre una base de clase, los movimientos sociales o los sindicatos. Muchos son ex miembros del Partido Laborista que habían rechazado el abrazo del neoliberalismo o la guerra de Blair contra Irak y ahora ven en Corbyn el restablecimiento de los valores reales de los laboristas. Muchas personas, especialmente los jóvenes, se sienten atraídos por la esperanza de algo diferente, una lucha contra la corrupción, el voto anti-establishment, como atrajo a muchos hacia Podemos en España.
Mientras que muchos han optado por afiliarse al Partido Laborista o se han registrado con el estatus de simpatizante, otros se ven a sí mismos como partidarios de un movimiento más amplio con Corbyn fuera del Partido Laborista, aquí se incluyen los militantes de la izquierda radical.
Corbyn ahora se enfrentará a dificultades excepcionales en el intento de establecer sus políticas dentro del Partido Laborista. La mayoría del partido parlamentario estará contra él y la democracia interna se ha excavado en las últimas décadas en la medida en que los congresos del partido ejercen poca influencia sobre la dirección. Él podría potencialmente obtener el apoyo de una mayoría en el Comité Ejecutivo Nacional del partido, pero es cuestionable qué poder reside todavía en este órgano. La afluencia de miembros de la izquierda del partido será relativamente impotente para influir en el equilibrio de fuerzas dentro de la maquinaria del mismo y las élites, sobre todo a corto plazo, aunque la posición adoptada por los sindicatos de Gran Bretaña será importante. Sindicatos grandes como Unite y Unison han respaldado la candidatura de Corbyn y es posible que varios sindicatos no afiliados puedan optar por afiliarse a fin de apoyar su liderazgo.
Es poco probable que el Partido Laborista – habiendo abrazado a fondo el neoliberalismo – ahora pueda romper la tendencia europea y volver a la democracia social. La victoria de Corbyn disparará una gran lucha dentro del partido que es casi seguro que sea irreconciliable; como se ha observado, el Partido Laborista ahora incluye tanto al PASOK como a SYRIZA dentro de sus filas y es inconcebible que el establishment laborista acepte un giro a la izquierda. Ante esta situación, es casi seguro que la izquierda radical que permanece fuera del Partido Laborista quiera trabajar junto con la izquierda en el interior, fortaleciendo un movimiento extra-parlamentario en apoyo de las políticas de Corbyn.
Pero según avance la lucha en las próximas semanas y meses, existe una realidad y es que una gran parte del electorado británico ahora rechaza la narrativa de la austeridad, hasta el punto que se puede cuestionar su hegemonía. El eslogan de Thatcher “No hay alternativa”, estableciendo el liberalismo económico cómo única vía, por fin se está poniendo en duda dentro de la corriente principal política en Gran Bretaña. La forma en la que la alternativa – ahora drásticamente planteada por Corbyn y sus partidarios dentro del Partido Laborista, así como por la Coalición de Izquierda y otras organizaciones de la izquierda radical, junto con los movimientos sociales y algunos de los sindicatos – pueda ser mejor articulada y ser más eficaz, es la cuestión más importante a la que la izquierda en Gran Bretaña se enfrenta actualmente.
Traducción: José Luis Martínez Redondo